El amor y la violencia entre adolescentes



Por Natalia Gontero, desde Córdoba | 11.5.2009

Una campaña de comunicación trabaja para la prevención de la

violencia de género en noviazgos adolescentes. El proyecto,

que se desarrolla en una escuela pública de la ciudad de Córdoba,

revela que en las relaciones afectivas de las y los adolescentes

secundarios hay una serie de prácticas como los celos, las

prohibiciones o el control que son justificadas desde el amor.

“A mí me pasaba que cuando hablaba con un chico cualquiera,

después mi novio me rechazaba o me retaba, me tironeaba

y me decía: ‘no hables con ese o esa’. Tengo una amiga que

vive este tipo de situaciones como yo, por ejemplo, el novio

de ella no la deja que se ponga pollera porque le dice que

parece una puta. A mi me pasaba que no me dejaba

ponerme pantalones ajustados o polleras y no podía

salir a bailar con mis amigas. Cuando nos peleábamos

me gritaba y me insultaba diciéndome que era una pelotuda.

Y también llegó a pegarme y a obligarme a hacer cosas que no quería”,

escribió una chica en un papel, en el primer taller de prevenció

n que desarrolla la Escuela de Ciencias de la Información

de la Universidad Nacional de Córdoba en una escuela

pública de la ciudad, en el marco de la campaña

"¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?".

Esta historia de violencia devela que el período de noviazgo,

en especial en parejas jóvenes, está desasistido social y

legalmente. Las pocas campañas de prevención y las

políticas públicas trabajan sobre la pareja conyugal y

marital, dejando fuera de consideración para su prevención

a las relaciones donde hay ausencia del paso formal ante

terceros. De este modo, el fenómeno de la violencia en

los noviazgos juveniles está invisibilizado. Ante esta

realidad, el proyecto se propuso dirigir los esfuerzos

hacia la prevención de la violencia desde las primeras

relaciones de pareja.

Las emociones, sexualidad y los conflictos vinculados

a los afectos están a flor de piel en las y los adolescentes

que pasan gran parte de su tiempo en las escuelas secundarias.

Los problemas generados a partir de estas emociones

provocan situaciones difíciles de afrontar por parte

de estas instituciones. Muchos casos de violencia en la

escuela se han sucedido en la ciudad de Córdoba y han

terminado en golpizas y ataques con armas. Específicamente,

en la escuela donde se lleva a cabo el proyecto, las relaciones

de pareja son frecuentes y no escapan a la agresión

y los malos tratos, sin embargo, las y los jóvenes

no los identifican como violentos.

Noviazgos y embrollos

Para los adultos de la escuela hablar de noviazgo

resulta algo difícil. “Acá no hay novios. No sé que son.

Casi todos los chicos viven relaciones efímeras,

practican el touch and go y hablan de “estamos probando”

cuando los encuentro besándose en las aulas”, dice un docente.

Sin embargo, esos lazos por más efímeros que sean los

mantienen en vilo. Carolina Guevara, una de las responsables

del proyecto, señala que “al abordar las relaciones de pareja,

se evitó caer en el supuesto de que los/as adolescentes sólo

tienen relaciones pasajeras sino más bien descubrir juntos

esos modos de relacionarse”. Con esta premisa, los talleres

trabajan cuestiones como: ¿qué es para mí el amor?, ¿qué

significa estar de novio?, ¿qué es la amistad?, ¿qué lugar

ocupa el amor en mi familia?

El principal escenario de socialización y generador de uniones

es el boliche o los bailes de cuarteto. Allí, se establece

un tipo de vínculo llamado “embrollo” que sirve como

práctica informal de socialización amorosa y es definido

como algo pasajero y simultáneo. Y, por otro lado, hay

relaciones que tienen que ver con “enamorarse”

o “ponerse de novios”, en donde la relación implica

un compromiso de carácter mutuo y excluyente que

deja afuera a otros protagonistas y también limita

otras relaciones afectivas, como por ejemplo la amistad.

Definiendo el amor

Para las adolescentes el estar enamorada es definido en

clave heroica y su ejercicio implica acciones desmesuradas:

“es amar sin esperar nada a cambio. Hacer cualquier cosa por

esa persona, lo que sea a pesar de que se opongan los demás”.

Inclusive, el amor se constituye en un elemento que les otorga

identidad y parece convertirse en el único proyecto de vida.

En palabras de las chicas: “si no tenés amor no sos nada.

El amor es sentirte valorada e importante”. Afirmaciones

que ponen de manifiesto la presencia del mito del amor

romántico y todos sus elementos: identidad a partir del

amor; entrega total, desmesura en los sentimientos.

En cambio, en los varones se registran definiciones

mucho más mesuradas, apenas descriptivas, racionales.

Dicen los chicos: “El amor es un sentimiento bueno que

te hace sentir bien. Es tener alto nivel de afecto hacia

una persona”. Otros directamente evitan describir el

sentimiento con un “no sé o nunca estuve enamorado”.

¿Qué puede expresar este no saber? Para las responsables

del proyecto: “manifiesta una cuestión cultural en donde

ellos ven amenazada su masculinidad si expresan

sentimientos. En este caso, la opinión de definiciones

relacionadas a las emociones parece poner en

jaque su masculinidad”.

Si te cela, te quiere

“A mi novio no le gusta que salga sola o antes del

horario que él viene a buscarme, o cuando sale del

colegio quiere que yo ya esté en mi casa, me llama,

me manda mensajes”, cuenta una adolescente de 17 años,

ante la pregunta acerca de lo malo de estar de novio.

A partir de este tipo de respuestas se hicieron explícitas

diferentes vivencias, que no eran descritas como

violentas por las adolescentes pero que sí demostraban

malestar. Una joven relata: “lo malo de estar de novia

es que tenés que rendir cuentas de todo lo que haces:

a dónde vas, qué hiciste y dejas de dedicarle tiempo a

los amigos. Por ejemplo, a mi novio no le gusta que

tenga crédito en el celular”. Estas prácticas de control y

ejercicio del poder aparecen encuadradas en los celos,

aunque son valorados como una demostración de amor.

“Los celos son parte del amor, mi ex era re celoso se iba al

extremo, pero si... son parte del amor. Los celos significan

que la otra persona te quiere y quiere que seas suya y de

nadie más”, dicen tanto ellas como ellos.


Para los chicos y chicas los adultos pertenecen a un

mundo con otros valores que parecieran no querer repetir.

Sus consejos no son válidos y el grupo de pares tiene más

crédito. Cuando hablan de sus amigos/as, hablan de contar

los problemas y que te ayuden, de un hombro donde llorar.

“Se puede hablar de todo, incluso de lo que no se puede decir

en casa, son mi otra familia”, dice un adolescente. Con el grupo

de amigos se habla de las primeras experiencias de amor y de

los conflictos que se desencadenan en esas relaciones. El grupo

es quien, en última instancia, presta la ayuda en situaciones de

violencia. Con las mismas necesidades y falsas creencias del

agresor y la víctima, difícilmente puede contener y menos

comprender lo que sucede. Hablan desde todos los estereotipos

presentes en la cultura y serán ellos y ellas sus fieles defensores.

Dicen los varones: “hay chicas buenas y otras que son gatos”.

Esta idea hace referencia a la doble tarea que tienen las chicas:

por un lado, mantener la “incontrolable” sexualidad de los hombres;

y por el otro, controlar su propia sexualidad con el fin de ser

reconocida como una joven “respetable”. La respetabilidad

consiste en mostrarse indiferente cuando un chico comienza a

“hacerle el chamullo”. La distinción entre jóvenes “buenas”

y “gatos” es realizada por los varones pero también por

muchas mujeres. Las denominan “fáciles, infieles, te usan,

manipuladoras, posesivas, trepadoras”. La masculinidad

aparece construida en torno al estereotipo del varón fuerte

y protector que toma la iniciativa en las relaciones con el sexo

opuesto y estará dispuesto a llevar una relación “sólo cuando

la chica sea seria y no un gato”. Si existen dudas acerca de la

reputación de la chica, se justifica su abandono, incluyendo

también el control y malos tratos.

La campaña

A lo largo de todo el proyecto se realizaron talleres de

sensibilización para reflexionar acerca de esas representaciones

del amor y los estereotipos masculinos y femeninos que las avalan.

Posteriormente, las y los chicos trabajaron en la construcción

de mensajes preventivos que a fin de año se expusieron en una

muestra para toda la escuela. Los mensajes que elaboraron

giraron en torno a seis ejes: insultos, prohibiciones, control,

presión, celos y peleas.

“Una de las cuestiones más importantes fue otorgarle

visibilidad a estas cuestiones a través del diálogo y el debate

sobre su cultura, sus modos de existir y vincularse como hombres

y mujeres. También, se seleccionaron dos afiches preventivos

que serán distribuidos en varias escuelas de la ciudad,

a modo de cierre de este trabajo de promoción”, señala

Carolina Guevara.


Quienes participaron del proyecto se convirtieron en

promotores de un mensaje preventivo que, a su vez,

implicó un trabajo de movilización de cuestiones personales e íntimas.

En todos los talleres se pusieron en juego sus propias

vivencias personales: hablaron y escribieron sobre

sus primeras relaciones de noviazgo, sobre los miedos

que éstas les han suscitado, sobre aquellas frases que

los han marcado y no pueden olvidar, y principalmente,

han trabajado sobre aquellas situaciones que no podían

(en parte por la edad, en parte por la educación y formación

recibida)

entender como situaciones de violencia. Así, fueron

descubriendo que esos primeros encuentros con el

otro no están exentos de malos tratos, humillaciones

y agresiones, y que, además, ese tipo de relaciones

pueden evitarse. Haber puesto en movimiento estos

mecanismos y haber socializado estas experiencias ha

sido uno de los resultados más importantes, que se

puede adjudicar a la implementación de la campaña.

Artemisa Noticias


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