Llamado Urgente a la Concientización



Todas queremos gozar de buena salud
Por Coca Trillini* | 14.7.2009

Desde chicas hemos descubierto la importancia de la salud

en la cotidianidad. Consejos de madres y abuelas han

naturalizado que mientras una mujer pueda levantarse

cada mañana y realice los quehaceres domésticos o

trabaje fuera de su casa, todo anda bien.

¿Cómo y cuánto trabaja? ¿Cómo se siente?

¿Le duele algo? ¿Tiene ganas de cumplir con deseos personales?

Son cuestiones pendientes. Mientras cumpla un “deber-ser”

cultural, social, religioso, familiar; es decir haga lo que los otros

esperan de ella, esa mujer esta sana.

“El universo esta hecho de historias no de átomos”

dice Muriel Rukeyser y aquí algunas historias nos alertan,

nos hacen reflexionar, estar atentas, comprometernos en las

pequeñas grandes acciones cotidianas de denuncia y de

solidaridad que generan el 'efecto mariposa”. La teoría del caos

sostiene que todo en la naturaleza esta tan interconectado y es

tan susceptible a la influencia, que cualquier pequeña acción en

un lugar puede provocar un efecto inmenso en otro.

Hace tres meses estuve en Junín de los Andes, una pequeña

comunidad agrícola-ganadera típica de la cordillera, famosa

como centro de pescadores que conocen los rincones mágicos

donde transcurre su plácida vida las truchas.
En los días que estuve me contaron algunas historias que

pueden ser de cualquier ciudad y por eso las traigo aquí.

Hace unos dos años, Mirta estaba nerviosa y casi no dormía

porque un taxista (que llamaremos MH.) llevaba un tiempo

robándole ropa interior del tender del patio de su casa, que

luego aparecía en el portón.

Ella es una mujer de 37 años robusta, bien parecida y vive

en Junín con su hijo de 9 años, desde hace unos seis años,

cuando se vino de su Formosa natal, en busca de trabajo y

de tomar distancia de su ex marido.

Luego de muchas noches en vela, en dos oportunidades logró

encontrarlo en su terreno, la primera vez él huyó antes de que

Mirta llamara a la policía; la segunda logró retenerlo, forcejearon

y mientras llamó a la policía. Desde la guardia le respondieron

que no tenían móvil a disposición para acudir, por lo que no

tuvo más remedio que dejarse vencer por la fuerza de él, quien

se retiró burlonamente mientras continuaba intimidándola con

frases ofensivas.

A la mañana siguiente, Mirta con toda la furia retenida durante

la noche, caminó hasta la parada de taxi donde habitualmente

él espera clientela sentado en el auto, con la ventanilla baja, y

allí mismo lo atacó a golpes de puño en la cara, mientras le

gritaba: “Si vos sos loco, yo también, volvés a molestarme y

te pico a cuchillo, así te voy a esperar…”

Como era de suponer, el hombre denunció a Mirta por

agresiones en la vía pública y ella recibió en esa semana

una intimación judicial a responder en 72 horas. Una vez

más caminó hasta la parada de taxi para responderle que

ella era la víctima de su acoso y que estaba harta, en palabras

de ella: “72 patadas en el… te voy a dar…”. Luego de lo cual

caminó hasta la comisaría para denunciar, una vez más

(esa era la tercer denuncia), el acoso del taxista.

Luego se supo que eran muchas más las mujeres que sufrían

o habían sufrido acoso por parte de este sujeto con antecedentes

por robo, acoso y violencia hacia su esposa.

Recién cuando se juntaron varias mujeres se dio curso

a la denuncia, que llevó a demostrar su delito, por lo cual

se lo inhabilitó en su licencia de taxi por un año y realizó

trabajos comunitarios por 6 meses. Hoy continúa libre,

trabajando como taxista y ha sumado a su haber nuevas

denuncias por golpear a su esposa.
Aún es apremiante, recuerda la Red de Salud de las

Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLA),

“reconocer y destacar el papel clave de las relaciones

entre mujeres y hombres para el fomento de la salud

y los derechos de la mujer, rechazando todo abuso

o violencia sobre las base de las relaciones

desiguales de género” .

La historia continúa con el relato de la vida de la esposa del taxista,

a quien llamaremos Alejandra. Es maestra de educación primaria,

tiene un hijo adolescente que no vive con ella y dos pequeñas hijas

de 2 y 4 años. Ha realizado muchas denuncias por violencia hacia MH.,

que en pocas horas pide retirar y vuelve con él. Es una mujer

hermosa, cuida mucho su aspecto personal, se la ve siempre

acompañada de las pequeñas, sola y muy triste.

No tiene familiares en Junín. Las amigas se alejan después

que retira las denuncias y acepta nuevamente al marido en su casa.

En este siglo, continúa la Campaña 28 de Mayo: “Se estima que

casi la mitad de todas las mujeres adultas han experimentado

violencia de parte de su pareja intima”.

Otra tarde, otro recuerdo rescatado en una caminata junto al río:

“Mi hijo Ezequiel nació en el Hospital de Junín de los Andes el 18

de octubre del 2002. La misma madrugada una jovencita mapuche

de una comunidad cercana sufría, en silencio, en la cama contigua,

dolores de parto. Cuando por sus gestos la vi muy cerca del nacimiento comencé a llamar a gritos a las enfermeras. Cabe aclarar que lo

hicieron luego que logré ir caminando al office donde descansaban,

les plantee la situación y llegaron a la habitación cuando la joven ya

estaba teniendo en la cama a su bebé. Mas tarde me dijeron que

a la doctora de guardia no pudieron despertarla. No sólo no la

llevaron a la sala de partos, sino que casi una hora más tarde

apareció en la habitación la médica de guardia para suturarle el

desgarro del parto y mientras lo hacía comentaba en voz alta:

“ay nena, estoy redormida te estoy cosiendo re-mal y

bueno, quien te manda parir tan joven y de madrugada…

Es necesario, agrega la RSMLA: “garantizar que todas las personas

tengan derecho a servicios de buena calidad de atención a la salud,

sin importar sus condiciones de vida, su edad el lugar donde vive,

su raza / etnia, su pertenencia a ciertas culturas o religiones o las

opciones personales que asumen.”

Más aún la maternidad encierra riesgo de vida. El Consejo de

Derechos Humanos de la ONU adoptó una histórica resolución

vinculada con la vida y la salud de las mujeres: por primera vez

definió que las altas tasas de mortalidad materna son un problema

de derechos humanos. La Argentina copatrocinó la declaración.

El último registro oficial indica que en el país fallecieron por

causas vinculadas con el embarazo, el parto y el puerperio 4,4

mujeres cada 10 mil nacidos vivos, un registro casi tres veces

mayor que el de Chile. Una de cada cuatro muertes ocurrió por

complicaciones de abortos inseguros: ésta sigue siendo la principal

causa de muerte materna desde hace más de veinte años.

Estos testimonios tienen ausencias y las ausencias gritan

“de eso no se habla”. La vida sexual placentera no forma

parte de la salud de las mujeres como tampoco el derecho

al descanso, al juego, a los anticonceptivos, a los propios

deseos, a una vejez sin privaciones, etc.

¿Cómo transformar? ¿Cómo vivir el efecto mariposa

en bien de la salud de las mujeres? En esta realidad

como tantas otras debemos incluirnos como sujetos

de cambio. Cada una desde su igualdad / diversidad

en la complejidad que significa defender

y construir derechos para todas/os.

En estos testimonios hay sentir, compartir, construir, buscar,

denunciar, abandonar, llorar, intuir, constatar.

Si las mujeres contaran...
El conocimiento vital que se desprende de las historias descritas

habla de la salud que todavía se nos debe a las mujeres.

La memoria subjetiva, afectiva y narrada es un desafío a

encontrar caminos para exigir el cumplimiento de los derechos

a la salud.

Fuente: Artemisa Noticias