VIERNES, 1 DE ABRIL DE 2011

Visita guiada a la equidad de genero

La socióloga Irene Castillo y el psicólogo Claudio Azia son los autores de Manual de género para niñas, niños y adolescentes, un material destinado especialmente a favorecer la reflexión crítica sobre las cuestiones de género en el aula.

Por Flor Monfort

Con el objetivo de crear una guía que sirviera de referencia para grandes y chicos a la hora de pensar en cuestiones de género, la socióloga Irene Castillo y el psicólogo Claudio Azia escribieron Manual de género para niñas, niños y adolescentes, editado por el Grupo de Estudios Sociales. El disparador del proyecto fue un investigación que Azia realizó en bares porteños donde se reúnen casi exclusivamente hombres a tomar café, charlar, ver fútbol, etc. Allí, el especialista comprobó que ante las preguntas de masculinidad y hombría “primero se reían, algunos decían pero qué pregunta boluda, y finalmente se quedaban mudos, no sabían qué contestar. Aquello de que los adultos no supieran qué es ser hombre (y obviamente mucho menos qué es ser mujer) nos indicó que era necesario un trabajo de estas características”.

–De hecho en el manual ustedes utilizan la metáfora del soldado y cómo sus atributos son los que están asociados a la masculinidad. ¿Es efectiva esa metáfora para interpelar a las nuevas generaciones?

C. A.: –Yo creo que sí, que sigue vigente aquello de que el hombre no debe llorar, tiene que ser fuerte siempre, contra viento y marea, el “machito”. Yo trabajo la problemática del varón desde una perspectiva de género y siempre salta esta comparación, no enunciada en estos términos pero sí implícita en las descripciones, por ejemplo que los hombres hacían de sí mismos en sus encuentros de bar. En el libro está plasmada que la masculinidad tradicional está asociada fuertemente a los caracteres del soldado y que este modelo de alguna manera está caduco, pero que esa caducidad todavía no bajó, sobre todo a los padres, madres y maestros, o que está puesta en duda.

I. C.: –Es importante mencionar a los maestros y maestras porque ellos, en este momento que podemos llamar de leve cambio social en relación a las cuestiones de género, o de visibilidad al menos de algunas de estas cuestiones, se encuentran entre la espada y la pared. Cuando hicimos entrevistas a informantes claves para el libro, nos dimos cuenta de que los maestros y maestras estaban preocupados por las cosas que la realidad les traía a través de los chicos y que ellos no sabían trabajar. Muy temerosos también de las autoridades de educación, porque no se animaban a implementar cuestiones que tuvieran que ver con educación sexual. No saben qué tienen y pueden decir o hacer, y los padres son un temor para ellos. Por lo cual los docentes están paralizados: hay muchos que quieren transferir algún tipo de conocimiento pero no pueden. Por lo tanto necesitan un material que los convalide, hacia allí apuntamos. También observamos los juegos de niñas y niños y veíamos plasmados todos los estereotipos.

–El manual es muy inclusivo, está dirigido a los docentes, pero también a los padres y a los chicos propiamente dichos. ¿No creen que se diversificaron demasiado?

I. C.: –No, porque hay apartados para todos, también incluimos adultos significativos en la crianza de los chicos, como tíos, abuelos, profesores de gimnasia, etc. Por un lado, hay un instructivo para que los grandes se afiancen en algunas cuestiones que no tienen demasiado claras, como qué contestar cuando un chico pregunta por la homosexualidad. También aclaramos cuestiones sobre los derechos sexuales, la importancia de la equidad de género en el trabajo, en la escuela, en la pareja, la masturbación, el machismo... Alguien nos dijo durante la investigación que el machismo es el opuesto complementario del feminismo, algo que a nosotros jamás se nos hubiera ocurrido pensar, pero es una respuesta posible de un padre a un hijo, entonces trabajamos en esas grietas. Y el libro también tiene más de cien preguntas para leer grandes con chicos, para favorecer la comunicación, porque llegamos a la conclusión de que muchos de los problemas que surgen, por ejemplo con el tema del abuso, se abren por un vacío de comunicación que hay entre padres, madres, maestros y chicos. Al final hay un capitulo con juegos para que los chicos hagan con adultos, sobre todo para abrir la posibilidad de que los adolescentes piensen en los roles de varones y mujeres y en cómo empiezan a relacionarse.

–En ese sentido, llama la atención una pregunta donde ustedes dicen que el amor debe ser de a dos y que el bebé cuando nace debe recibir el amor de sus dos progenitores. ¿Dónde quedan contemplados los modelos familiares que escapan a esa norma?

C. A.: –Aclaramos también que hay hombres que se borran y no participan del embarazo de las madres. El mensaje está dirigido a los varones. También está reflejado en aquello de tener que “ayudar” en la casa y no de tomar responsabilidad. El mensaje es que puede ser que no encontremos la pareja y la decisión sea individual, pero creo que todos y todas tenemos el deseo de hacer un hogar. Creo que el amor es un sentimiento bien humano y el hecho de estar de a dos también.

–¿Pero no sienten que hay un entrampamiento al asociar la pareja al amor romántico y a ese ideal de sacrificio por el otro, donde la mujer aguanta a cualquier precio en nombre del amor?

I. C.: –Creo que el amor es una libertad compartida y el tema es cómo les llevás ese mensaje a los chicos y chicas. Creo que las preguntas sobre violencia que hay en el libro se ocupan de esto, decimos que nadie tiene que hacer cosas malas para sí mismo en nombre de algo que le dicen de afuera que es bueno, como puede ser tener una pareja. Creo que todo el capítulo de violencia de género transmite eso.

C. A.: –También hay preguntas que no hemos hecho. La diferencia entre amor y enamoramiento no la pusimos, o que los hombres somos binarios, pero bueno, siempre quedan cosas afuera. Tal vez son cuestiones que necesitan maduración de nuestra parte. Por qué los hombres consumen prostitución es todo otro capítulo aparte, pero decidimos no incluirlo en el libro.

–Quiere decir que este manual es un “work in progress”. ¿Puede haber una segunda parte?

I. C.: –Creemos que los tópicos relativos al género están todos presentes en el manual y a pesar de que fue finalizado antes de la sanción de las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género para personas transexuales, estos temas están igualmente incluidos en este libro. Siendo el género una categoría social tan vasta y en permanente evolución, aun después de editado el manual, se nos aparecieron más preguntas, pero teníamos un compromiso con el Centro Cultural de España en Buenos Aires (que nos apoyó muchísimo para la realización de este proyecto), y debíamos cerrar en algún momento para publicarlo y pasar a otra etapa, tal vez aquella donde surjan estas nuevas preguntas.

–¿Cómo pensaron la difusión de este manual más allá de la prensa que pueda tener?

I. C.: –Nos han llamado del Ministerio de Educación, del programa de Salud Sexual Integral y Género que depende de Nación y que está produciendo un material maravilloso en este sentido. Nos emociona que en un ámbito gubernamental se esté trabajando con tanto respeto y profundidad para que todo eso llegue a los chicos. Entonces hay un canal por el cual este material va a llegar a sus destinatarios.

–¿Pueden contar cómo elaboraron los ejercicios? ¿Los testearon con chicos?

I. C.: –Dada nuestra experiencia en temas de infancia y adolescencia, reconocemos en el juego un instrumento fundamental para que, además de ser un agente socializador, estimule funciones como la inteligencia, la fantasía, la creatividad y la comunicación. Es al mismo tiempo una actividad muy interesante para emplearla de manera que niños y niñas puedan elaborar sus problemas y dificultades con su entorno social inmediato. A partir de este marco teórico y de la observación no participante realizada para la investigación, al focalizarnos en el género, advertimos cuestiones puntuales en niños y niñas. Por ejemplo, el juego de las niñas es más tranquilo y sedentario, y el de los niños es más brusco y violento, existiendo detrás de estos juegos toda una construcción social en la que tanto la familia como otras instituciones fueron transmitiendo los estereotipos de género asignados a cada uno y una. Muchos de los juegos fueron testeados previamente, por ejemplo: el trabajo no tiene sexo, el juego del Congreso, el juego del buzón, pero otros son los juegos que niños y niñas acostumbran practicar habitualmente, a los cuales nosotros les aportamos contenidos de género, por ejemplo el crucigrama, el verdadero o falso o el admirador invisible.

–Volviendo al tema de los y las docentes y las encrucijadas a las cuales se enfrentan cuando los chicos les plantean cuestiones que no saben cómo enfrentar, no sólo porque no están entrenados para hacerlo sino por cierta amenaza latente de parte de los padres y madres o de la misma institución, ¿con qué se encontraron puntualmente?

I. C.: –“Antes la maestra tenía todo el saber, hoy en muchos temas los chicos saben más que los maestros”, nos dijo, refiriéndose a la influencia de Internet, Marisa, una docente de un colegio privado religioso, y agregó “y los chicos no saben muchas veces cómo manejar la gran cantidad de información que tienen y necesitan orientación de los y las adultas.” Un maestro de una escuela estatal nos dijo: “Por la ausencia de los padres y madres, chicos y chicas buscan otros referentes; antes eran los maestros, ahora no”. Es decir que lo que ellos están señalando son las diferencias en referencia a los temas que se tratan en escuelas estatales y privadas, señalan que en la escuela estatal se tratan temas como drogas, prostitución y educación sexual. En la escuela privada es diferente, los contenidos están muy digitados y para tratarlos hay que consensuarlos con los padres. De manera que hay un conflicto, y el manual propone una apertura de todos para poder repensar estas cuestiones.

–¿Piensan que algo está cambiando en relación con el futuro de estas chicos a los que apunta el manual?

C. A.: –Yo creo que los varones estamos muy lentamente concientizándonos, no creo que todavía sea un tema instalado y por eso insistimos con la idea del manual, porque nos parece que es básicamente un problema de formación y de educación. Si en la niñez empezás a trabajar la equidad seguramente cuando llegues a la adultez vas a tener otra mirada: cambiar de adulto es más complicado. “Comportate como un hombre”, “sé hombre”, “no llores” ayudan a fijar pautas que después es muy difícil cambiar. Pero sí, creemos que las cosas están cambiando, están cobrando visibilidad y el trabajo, aunque sea lento, vale la pena.