Cuadernos de semilla





| 29.5.2009

Ana Jusid reunió en Cuadernos de Semilla (Ed. Marea) testimonios de adolescentes de distintos sectores sociales

que son madres y viven su maternidad de muy diversas formas.

Aquí ofrecemos un adelanto.

Historias, historias de mujeres madres, encantadoras,

luchadoras, acompañadas y solas. Son cinco historias en

cuyos trazos es posible que se identifiquen muchas mujere

s y madres. Historias con todo el peso de la subjetividad

personal atravesadas todas ellas por una época: ésta, pero

diferentes en sus acercamientos

cronológicos: Andrea tiene 23 años y un hijo pequeño,

Natalia y Lorena han pasado los treinta años y ya tienen

hijas adolescentes y Antonieta ya bordea los cincuenta y

es abuela.

Mónica, la protagonista de la historia más larga, viene del

libro Las niñas mamás y han pasado más de veinte años

desde que aquella niña violada por su padrastro estuvo

obligada a tomar decisiones trascendentes para su vida.

Me acerqué a ellas buscando escuchar y compartir

reflexiones alrededor de su maternidad joven. Me interesaba

saber cómo miran ellas, desde su presente actual aquel momento

en el cual, siendo aún adolescentes, dieron a luz. Quería también

que contaran cómo fueron sus vidas desde entonces. No sólo

por el afán de pensar con ellas y desde ellas algunas de las

aseveraciones acerca de la maternidad en la adolescencia

que terminan transformando el fenómeno en algo árido,

carente de vida, de dinamismo y sobre todo de realidad,

sino también por curiosidad femenina, por ganas de intimar,

de conocerlas más, de que me conozcan. Algunas fueron

alumnas mías, otras compañeras de trabajo y Mónica es como

el paradigma de la mujer que resurge de las cenizas, la veo

como a Scarlett O’Hara en el final de la primera parte de Lo

que el viento se llevó. (...)

Frente a las imágenes “ideales” preexistentes, la madre

adolescente aparece quebrando lo esperado, cuestionando

el saber acumulado sobre el tema, mostrando los límites de

las políticas públicas (la historia de Mónica es un ejemplo en

este sentido) y de las acciones profesionales y religiosas. Estas

nuevas vivencias emergen relativizando lo que se creía absoluto

y por sobre todas las cosas aparecen “pidiendo” ser pensadas,

respetadas, cuidadas, entendidas y no enjuiciadas, incluidas y no discriminadas.

Habría que ponerse de acuerdo alrededor de algunos momentos

sobre los cuales ya hay un nuevo conocimiento construido aunque

no lo suficientemente divulgado ni difundido, dejando por esa razón

lugar para el desarrollo del prejuicio, la discriminación y el maltrato.

Algunos de esos momentos son los siguientes:

1- La adolescencia es un fenómeno cultural, social, característico

de los últimos tiempos, es un fenómeno de la modernidad y no hay

una sola adolescencia ni tiene la misma duración en todas partes.

Es diferente en cada país, región, clase social, cultura.

2- La maternidad tampoco es una sola. La maternidad que hoy

se “espera” es también un fenómeno moderno. El número de hijos,

la edad para comenzar a dar a luz y hasta el modo de relacionarse

son fenómenos históricos. No hay una sola maternidad adolescente

sino varias. El universo de la maternidad y la paternidad adolescente

es diverso y complejo.

3- Tampoco existe una sola forma de familia. Una madre adolescente

sola y su hijo pueden ser una familia. Hoy hay quienes dicen, incluso,

que una persona sola y su mascota también constituyen una familia.

4- El embarazo y la maternidad en la adolescencia no son fenómenos

de una determinada etnia –como se creyó, por ejemplo, en los Estados

Unidos durante un tiempo–, tampoco son sólo característicos de los

sectores más pobres, ni de los países subdesarrollados.

5- Seguir hablando del hijo no deseado suma más condena. Ya hay

muchas investigaciones que demuestran el deseo de los hijos en un

número importante de madres aunque quizá no del embarazo.

Toda generalización conduce a un modo mecánico de mirar que

deja de lado a la verdadera vida. Seguir diciendo que muchas

eligieron ser madres porque no había frente a ellas otras

oportunidades implica ya una minusvalía para la madre y no

el mejor lugar para

los hijos. ¿Podrán respetarse sus elecciones? ¿Tienen derecho a

equivocarse cuando eligen así como lo tienen los adultos?

6- Es un fenómeno construido y de él forman parte no sólo los

adolescentes y sus hijos sino también los adultos, laicos y religiosos, profesionales, el Estado, etcétera. Pero no sólo por el lógico

entendimiento de que el asunto de la maternidad y paternidad

adolescente es un asunto de todos, sino porque los adultos

participan de pensamientos y acciones, participan de la construcción del fenómeno.

Es importante avanzar en el corrimiento de velos de prejuicios

que hacen suponer que las madres adolescentes maltratan a sus

hijos, que todas son ignorantes o promiscuas, violadas o abusadas sexualmente, que sus hijos son objetos y no sujetos. Es importante

ver que los problemas para la inserción laboral, para continuar

los estudios, para conseguir una vivienda son problemas e injusticias

de la sociedad y no consecuencias de la maternidad adolescente.

¿Quedan embarazadas y tienen a sus hijos porque no conocían

los métodos anticonceptivos? Es probable que en muchos casos

sea así y aquí la injusticia es que se oculte información y conocimientos

sobre el funcionamiento del cuerpo, sobre los nuevos sentimientos

que aparecen con la pubertad y la adolescencia.

¿Tienen a sus hijos como un modo de sentirse personas porque

todavía sienten que la mujer es valorada fundamentalmente por

los hijos que trae al mundo? Es probable que haya situaciones donde

también esto suceda. Aquí lo injusto es que nuestra sociedad aún

siga poniendo a las mujeres en un rol casi único de reproductoras

biológicas, como lo más importante y lo que justifica la existencia

(hay culturas donde está bien visto no ser madre, pero esto también

está construido). Quienes somos madres sabemos de qué se trata ese sentimiento tan diferente a todos.

¿Quedan embarazadas porque sienten que sólo así serán queridas

por sus compañeros cuando se les pide “la prueba de amor” suponiendo

que si tienen relaciones sexuales una sola vez y por amor jamás llegarán a embarazarse?

Muchas de estas cuestiones son válidas para las mujeres en general,

no sólo para las adolescentes, pero ellas sirven como chivos expiatorios

para problemas que es preferible no ver.

Se podría pensar que las madres adolescentes sin querer han sacado

a la luz problemáticas profundas que tienen que ver con la maternidad,

con la paternidad y los hijos en general, entre otras cosas, por ejemplo,

que ellas son mucho más transparentes y muestran la ambivalencia de

los sentimientos, incluido el maternal.

Artemisa Noticias