La Mirada de los Hombres

Por Hugo Huberman | 28.5.2009

En diálogo con Artemisa Noticias, Marcos Nascimento, experto

en género y masculinidades, se explaya sobre los distintos

niveles de la participación de los hombres en la búsqueda

de la equidad de género, un movimiento que es cada vez

más escuchado por estos lares. La paternidad y la lucha

contra la violencia de género, plantea, son los dos

temas en los que urge la intervención masculina.

Marcos Nascimento tiene 42 años y nació en Rio de Janeiro.

Es Doctorando en Salud Colectiva (IMS/UERJ),

investigador en genero y masculinidades, co-director

ejecutivo de Promundo, co-director de Alianza Men

Engage, Red mundial compuesta de mas de 400 ONGs

y agencias de Naciones Unidas que fomenta el compromiso

masculino en la búsqueda de la equidad de género.

-¿Cómo surgió la idea de MenEngage como

alianza, y como crees que será su desarrollo?

-La idea de la Alianza era un intento de tener un

espacio para reunir diferentes experiencias de

programas y proyectos relacionados a la igualdad

de género con hombres. Sabíamos de la existencia

de muchas experiencias en todo el mundo, pero de

manera aislada. La idea era construir un espacio para

compartir haceres, metodologías y avanzar en lo que

parece todavía pendiente: como ir más allá de los

programas y proyectos puntuales. ¿Cómo influenciar

las políticas públicas?

Con el Simposio Global en Rio y con la Carta de Rio

(marzo 2009), creo que tenemos la legitimidad de

un conjunto amplio de experiencias de activistas y

investigadores, de jóvenes y de diferentes movimientos

sociales que pueden de alguna manera contribuir para

el dialogo con los formuladores y gestores de políticas publicas.

-¿Qué puede aportar la participación de hombres,

jóvenes y niños mediante procesos educativos a la

construcción de un mundo equitativo e igualitario?

Creo que eso es fundamental. Sabemos del poder de

cambio de los procesos educativos. Es fundamental incluir

ese debate sobre temas relacionados a la igualdad de género

cada vez más temprano. Por eso me parece importante el

trabajo con niños y niñas desde una perspectiva de

construcción de masculinidades y feminidades con base

en comunicación, diálogo y respecto. Es fundamental

involucrar al sector educación y salud en ese proceso.

Y por eso la importancia de un debate con formuladores

y gestores de políticas publicas.

-¿Puedes explicar la decisión desde Men Engage

Latina y Andina tomada en la reunión de Río de

Janeiro de transversalizar todas las acciones en

dos temas: paternidades y violencia de género?

-Creo que son dos temas fundamentales para avanzar

en la promoción de la igualdad de género, y a su vez,

bastante complicados. Ser padre va más allá del rol de

proveedor. Y ¿Cómo aprendemos a ser padres? ¿Cuál

es el papel de la socialización masculina en términos de

aprendizaje del cuidado con niños y niñas? Son temas

sensibles que precisamos avanzar: la cultura del cuidado

en el mundo masculino. Y, por supuesto, tener

condiciones de avanzar en debates como la licencia

de paternidad, la homoparentalidad, etc.

Con la violencia de género pasa lo mismo, o sea, yo

digo que si los hombres son parte del problema de la

violencia basada en género, tienen que ser considerados

como parte de la solución. Eso implica en iniciativas

de prevención de violencia, de trabajos con hombres

agresores, etc.

Para lograrlo hay necesidad de tener políticas públicas

claras y un fuerte diálogo con el movimiento de mujeres

y feministas; y considerando la violencia homofóbica

como un problema de afirmación de genero por parte

de algunos hombres, es necesario incluir un dialogo con

los movimientos LGBT.

-¿Qué criterios deben guiar el trabajo con adolescentes?

¿Nos puedes explicitar las bases del Programa H?

-Me parece que el trabajo con adolescentes y jóvenes es

fundamental para el proceso de cambio de masculinidades.

Ellos por su condición de desarrollo, son más abiertos a

participar de actividades educativas, están empezando

sus primeras relaciones afectivas y sexuales, son fuertemente

influenciados por su grupo de pares. Con base en eso,

elaboramos el Programa H (h de hombre, en portugués

y español). El Programa se focaliza en un trabajo de

reflexión sobre el significado de ser hombre en actividades

participativas en grupo. Pero eso no es suficiente. Es necesario

producir cambios comunitarios y sociales. En ese sentido, la

elaboración de campañas que muestren el involucramiento

de hombres equitativos como modelos para otros adolescentes

y jóvenes, puede tener una influencia positiva bastante

interesante para una reflexión comunitaria.

-En América los sistemas educativos atraviesan una

larga crisis de deterioro. ¿Cómo podemos articular

con los mismos, especialmente con adolescentes,

experiencias de eficacia en el trabajo con perspectiva

de género?

-Creo que eso es un problema grave en toda la región.

Sin embargo, tenemos una experiencia interesante en Brasil

que es una iniciativa del gobierno, el Programa Salud y

Prevención de SIDA en las escuelas. Con eso logramos una

articulación entre sector salud y educación que me parece

fundamental para los temas de igualdad de género.

En Promundo, llevamos el tema de la igualdad de genero

a través de medios de comunicación (además de una

herramienta de trabajo, creo que las estrategias de

comunicación pueden ser poderosos aliados en la

transformación de la cultura machista) con grupos de

jóvenes en el espacio de la escuela. O sea, involucrando a

todos y todas en torno de una metodología lúdica, participativa

y que al mismo tiempo produce reflexión critica. Sin embargo,

no podemos olvidar de la necesidad de sistematizar las

experiencias y de tener un proceso de evaluación riguroso

para poder garantizar su replicabilidad.

-¿Cómo podemos interpretar los trastornos de

alimentación, alcoholismo, adicciones y violencia

en adolescentes desde la perspectiva de género?

-Sabemos que la adolescencia es un momento especial del

desarrollo humano. Tiempo de confrontación, de experimentar

cosas nuevas y sobre todo de una fuerte influencia del grupo

de pares. Sin embargo, tenemos que tomar en cuenta no solo

las cuestiones individuales, también las cuestiones estructurales

como el medio social y cultural en que los/as adolescentes están

insertos. Y, por supuesto, la perspectiva de género es una

herramienta de análisis interesante. Los hombres, desde muy

chicos, están expuestos al mundo público. La calle es un espacio

fundamental para la socialización masculina con todos sus ritos:

el primer trago y la primera borrachera como una manera de

afirmarse hombre delante de su grupo de pares, la experimentación

de drogas, la violencia, entre otros.

Creo que los ritos de iniciación de los hombres (que son variados

dependiendo de cada contexto y de cada cultura) favorecen una

serie de vulnerabilidades. Y lo más interesante es que muchas

veces son naturalizados, banalizados y legitimados como parte

de ser hombres, sin tomar en cuenta los costos para los hombres y por supuesto para las mujeres también.

¿Cómo resuena en tu sentimiento y acción la frase

“otras masculinidades son posibles"?

-Hace como 25 años participe de mi primer grupo de hombres.

Lo que era un deseo individual de trabajar mis dudas, temores,

deseos, se ha convertido en una causa amplia que solo fue posible

por encontrar otros tantos hombres comprometidos con la

construcción de un mundo más justo y igualitario. Creo que los

hombres comprometidos tienen la “misión”, a través de sus

acciones, de presentar diferentes formas de relacionarse entre si

(entre hombres), con niños y niñas, y con las mujeres, celebrando

la diversidad de posibilidades de ser hombre.

Artemisa Noticias