Acerca de la sexualidad en la infancia

La sexualidad es un factor fundamental de la vida humana y para entenderla es necesario inscribirla en un complejo de relaciones que la sitúen en su genuina dimensión. La sexualidad humana representa lo que las personas son, comprende sus sentimientos y relaciones e implica aprendizajes, reflexiones, planteamientos y toma de decisiones. Es una de las expresiones del sujeto en su relación consigo mismo y con los otros. El ser humano se constituye como tal en su relación con el otro social y se desarrolla dentro de un grupo cultural que le aporta conocimientos, creencias, normas y valores. Estos contribuyen en la conformación subjetiva y en el logro de un nivel de autoestima que posibilite a cada persona construir su proyecto de vida integrado a la sociedad.
Por estas razones, al hablar de sexualidad estamos incluyendo concepciones que no sólo hacen referencia a los aspectos biológicos, sino a procesos psicológicos, sociales y culturales, que forman parte de la identidad de cada sujeto.
El primero en referirse a la sexualidad infantil fue Sigmund Freud. Según este investigador, la sexualidad está presente en la vida de los sujetos desde su nacimiento, y atraviesa distintas fases y etapas en su desarrollo. Cada una de estas fases configura zonas y modos diferentes de expresión. Con esta aseveración, Freud quiebra el mito sostenido hasta entonces de que la sexualidad recién irrumpe en la adolescencia y afirma la existencia de una sexualidad
infantil previa. Los niños, desde pequeños, hacen innumerables preguntas relacionadas con
la sexualidad. Son preguntas motivadas por el deseo de saber, y si no son respondidas, pueden inhibir la confianza hacia los adultos. Según Freud, los niños construyen sus propias hipótesis acerca de cómo es el intercambio sexual entre adultos, cómo nacen los niños, cómo se gestan, etc. De este modo se inician en una actividad que “se adscribe a la pulsión de saber o de investigar”, elaborando teorías sexuales infantiles. Lo que impulsa a un niño hacia la investigación, afirma Freud, “no son intereses teóricos sino prácticos”; 2 por ejemplo, el nacimiento de un hermano o la relación con niños del sexo opuesto en el jardín de infantes.
Ya a partir de los tres años, y en ocasiones antes, cuando los niños perciben las diferencias entre los sexos, surgen los interrogantes por cuestiones vinculadas con el nacimiento, la vida y la muerte. Es preciso responder a sus preguntas con la verdad y en un lenguaje simple para que puedan entendernos. Sin evasiones, tampoco dando mayor información que la que nos solicitan.
Las explicaciones breves y sencillas ayudarán a construir la confianza necesaria para que vuelvan a hacernos preguntas en el futuro.También el grupo de pares es fuente de información y, a medida que los chicos amplían su vocabulario, los mayorcitos hablan entre ellos sobre noviazgos y participan en juegos que responden a su curiosidad respecto de las diferencias y semejanzas sexuales. El juego simbólico o de ficción es una actividad fundamental en el desarrollo de los niños y los ayuda a organizar su mundo buscando una manera de comprender las relaciones y los roles sociales. Representar a través del juego favorece el autoconocimiento y el conocimiento de los otros. Los juegos de característica sexual entre niños de la misma edad (por ejemplo, jugar al médico) no provocan daños físicos o psicológicos; por el contrario, los ayudan a conformar su identidad. No tienen la connotación negativa y perjudicial que algunos adultos les atribuyen, y deben ser tomados con naturalidad tanto por los docentes como por las familias.
Asimismo, es importante aceptar que las conductas de automanipulación, siempre que no sean compulsivas, dado que los ayudan a conocer y comprender su cuerpo, no deben ser reprimidas ni censuradas. Es posible explicar a los niños que esas conductas son privadas y es deseable no realizarlas frente a otros. Por tanto, las propuestas para la educación infantil deberían considerar que los niños manifiestan espontáneamente su sexualidad y que desarrollan sus propias conductas sexuales. Es fundamental asociar a las familias para una acción conjunta respecto de la educación que la escuela brinda a sus hijos, dado que los docentes y las familias deberían ser aliados y co-responsables en este proceso. Sin lugar a duda, la comunicación y el intercambio son imprescindibles cuando se trata de aspectos referidos a cómo entender las
teorías y conductas infantiles vinculadas con la sexualidad. Por otra parte, los docentes tenemos una fuerte responsabilidad en hallar espacios de encuentro y de reflexión con colegas para profundizar sobre estos temas y diseñar líneas de trabajo que posibiliten un adecuado abordaje
de estos contenidos. Encarar una propuesta de trabajo referida a la sexualidad ofrece una buena oportunidad para examinar y analizar nuestras creencias, valores y esencialmente nuestros prejuicios relacionados con estos tópicos, y nos posibilita, además, reflexionar sobre las actitudes, conscientes o inconscientes, que mostramos frente a las diferencias de todo orden.

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